lunes, marzo 01, 2010

El Dolor

Lo que te duele no es tangible, uno quisiera, pero tampoco es medible.
Lo que te duele trata de ubicarse bajo las costillas y cerca del estomago, viaja como nudo a la garganta, se derrama en salares de agua sobre las mejillas.
Lo que duele vuelve una y otra vez, por los más diversos motivos, justos e injustos, profundos e ingenuos. Te acompaña, y es materia prima del sufrimiento, que es ese dolor íntegro, que compromete el alma, el cuerpo, la mente.

El dolor es de uno y es de todos. Es espontáneo e irrefrenable, y de duración indefinida.

Hoy me duele.
Hoy me duele mi pueblo, duele el dolor ajeno que vuelve a mí en empática consciencia; hoy me duelen las calles castigadas, las casas abatidas, los cuerpos perdidos, los llantos de niños y los gritos de madres desesperadas.
Me duele la violencia, la avaricia y la indiferencia. Me duele.

La impotencia que hoy siento es un dolor ahogado, denso, que no termina de alojarse en mi espíritu. Estar tan lejos y ver desde afuera, cual forastero, como los míos caen y se levantan. Ser y no estar.

Mi alma se refugia en la esperanza. Y es que ya ha elegido sufrir por la causa más valiosa. El dolor hoy se lleva, como traje viejo, como uniforme, listo para la batalla.

El dolor que siento tira, mas mi alma no cae, porque es la cruz quien la sostiene.

Nota Mental: El 27 de febrero muchos de los paisajes que conocia se hicieron añicos. Voy a volver a una ciudad distinta, recibida por gente aún con heridas abiertas. Recordar, que volver implica más desafíos, una oportunidad para ser un canal real de la justicia y misericordia de Jesucristo en medio de mis paisanos.

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